jueves, 7 de febrero de 2013

RAZONES POR LAS QUE DECIDÍ NO LIMPIAR MI CASA





Voy a entrar en topizacos pero es la verdad verdadera vivida en mis carnes, y esto no hay semántica que me lo quite de la cabeza:

Si decido limpiar la tapicería del sofá, mi hijo derrama la tempera encima de él. Blanca en el sofà negro, negra en el sofá blanco.

Si acabo de pasar aspirador, fregona y mopa a mi hija le da por recorta y pega de papelillos (minúsculos e imposibles de coger con los dedos, si no no vale) pasando por la sesión de plastelina.

Si decido hacer a fondo el baño, mi maridín necesita recortarse la barba de manera inminente, mi próximo proyecto es descubrir que tipo de máquina utiliza para el tema, no conozco nada inventado por el hombre que reparta los pelos recortados a tantos metros del espejo...

Después de vaciar la despensa, limpiar, desinfectar y reordenar la comida, aparece un paquete de azucar con un agujero en el culo desangrándose.

Es entonces cuándo me rindo a mi destino a vivir en una pocilga cuando pienso “Lo importante es pasar tiempo juntos” y cuando se presentan (sin avisar, of course) mi madre/suegra/cuñada... y voy escondiendo los trastos conforme vamos pasando, porqué claro, ellos no vienen cuándo está todo impoluto, no, ellos siempre, siempre, siempre vienen el día que he decidido que no puedo más, que no estoy hecha para eso, que nací para ser princesa y tener mi propia doncella de cámara... y que mi casa estará sucia y yo seré una mala ama de casa, guarra pero feliz.





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